| MICHEL
DE NOSTRADAME "NOSTRADAMUS" Por
Guido Pérez Arévalo "Estando
a veces durante toda una semana penetrado de la inspiración que llenaba
de suave olor mis estudios nocturnos, he compuesto mediante largos cálculos,
libros de profecías un poco oscuramente redactados, y que son vaticinios
perpetuos desde hoy hasta el año 3797. Es posible que algunas personas
muevan con escepticismo la cabeza en razón de la extensión de mis
profecías sobre tan largo período, y sin embargo todas ellas se
realizarán y se comprenderán inteligentemente en toda la tierra".
(Carta escrita a su hijo César en 1542). Michel
de Nostradame (Nostradamus) nació en Saint-Rèmy, Francia en 1503,
el jueves 14 de diciembre. Hijo del notario de su pueblo y nieto de sobresalientes
personajes de las matemáticas y la medicina. Sus abuelos, Pedro Nostra-Dame
y Juan de Saint-Rèmy, considerados como sabios en su tiempo, lo encaminaron
en las letras, el latín, el griego y el hebreo, y le enseñaron matemáticas,
astronomía y astrología. Desarrolló
con extraordinaria habilidad los oficios de boticario y perfumista. En 1546 inventó
un menjurje compuesto de resina de ciprés, ámbar gris y zumo de
pétalos de rosa para combatir una terrible epidemia, conocida como "carbón
provenzal". Los enfermos se volvían negros y morían atormentados
por insoportables dolores. El remedio alcanzó resultados milagrosos y Nostradamus
saltó a la fama. Preparó filtros de amor, fórmulas maravillosas
para todas las dolencias y fue recurso de última instancia para los atribulados
de su época. Catalina
de Medicis, nieta del Papa Clemente VII y esposa de Enrique II, de Francia, curó
su esterilidad con una curiosa mixtura preparada por Nostradamus y alegró
sus días con 10 hermosos retoños. Los ingredientes de la pócima:
orina de cordero, sangre de liebre, pata izquierda de comadreja sumergida en vinagre,
cuerno de ciervo puverizado, estiércol de vaca y leche de burra, aparentemente
no muy gratos al paladar, llenaron las aspiraciones de Catalina, cuyo marido flotaba
en un nido de amantes. En
1555, un impresor de Lyon sacó a luz pública "Las Centurias"
de Nostradamus. Su fama voló, entonces, por todo el mundo: desde lejanos
lugares de la tierra llegaron personajes a consultarlo o a exaltar su prodigiosa
inteligencia. Salon-de-Crau, en Provenza donde se instaló a partir de 1547,
se convirtió en lugar de peregrinación. Entre sus visitantes apareció
el rey Carlos IX, hijo de Catalina de Medicis, quien solicitó sus servicios
como médico de cabecera. Sus
predicciones, contenidas en cuartetas, fueron redactadas de manera enigmática.
Su autor exige que "... se ponderen con madura reflexión... quede
alejado el vulgo ignorante y profano: no se les acerquen todos los astrólogos,
los imbéciles, los bárbaros. Y maldiga el cielo al que hiciera diversamente". Un
astrólogo había pronosticado la muerte en duelo de Enrique II, pero
éste había despreciado la predicción. Posteriormente, los
expertos encontraron en la edición de "Las Centurias" una cuarteta
con la descripción dramática de la muerte de Enrique II. Se cumplió
al pie de la letra, el 30 de junio de 1559. Paradógicamente Enrique II
y su esposa lo habían recibido en París como a un héroe después
de conocer "Las Centurias", sin percatarse de lo que allí se
vaticinaba. En
alguna ocasión, ante la sorpresa de quienes lo observaban, se arrodilló
ante un humilde fraile franciscano. Cuando se levantó aclaró que
lo hacía ante Su Santidad. Aquel fraile era Félix Peretti, quien
sería coronado en 1585 como el Papa Sixto V. En
sus 939 profecías, Nostradamus pretende resumir la historia de la humanidad,
desde el año de 1542 hasta el año de 3797. Los pronósticos
anuncian revoluciones, tragedias espantosas y afectan la vida de reyes y líderes
del mundo. La ciudad de París parece ser el centro de todas las
calamidades: será devastada por guerras e incendios. En la cuarteta
98 de la sexta Centuria se incia: "Instant grande flamme éparse
sautera...". Los expertos traducen: "De improviso estallará
una gran llama que se extenderá por doquiera". En la cuarta Centuria,
cuarteta 82, aparece: "puis la grande flamme éteindre ne saura".
Los expertos traducen: "Luego (París) no sabrá apagar la gran
llama". J. Forman, en "Las Profecías de Nostradamus", comenta:
"...de acuerdo con el vidente, el fuego caerá desde las alturas; lo
que puede referirse o bien a nuevos métodos bélicos mediante la
aviación, o bien a un fuego celeste, parecido al que destruyó las
ciudades de Sodoma y Gomorra". Pero...
a ratos me pregunto si la ciudad de París de aquella época será
la Nueva York de hoy. En
una de las cuartetas de la Centuria X encontramos: "El año mil novecientos
noventa y nueve y siete meses, del cielo caerá un gran rey del terror.
Resucitará un gran rey de Angolmois, antes, después, Marte reinará
con bien". J.
Forman comenta en su libro: "Es decir que, calculando el año astrológico
que empieza en marzo, en octubre de 1999 un rey terrible, un jefe asaltará
París desde el cielo, asustando grandemente a la ciudad. Agrega el vidente,
que este rey tendrá consigo un ejército que hablará un idioma
extranjero, es decir, no latino, ejército que no solamente tendrá
armas terribles, sino también renos. ...quien viva, verá...".
Como
están las cosas, podría pensarse que las predicciones de Nostramus
se están cumpliendo dos años después. El
vidente murió en Salon el 2 de julio de 1566. Tenía 62 años
y había anunciado la fecha exacta de su partida. Chinácota,
15 de septiembre de 2001 Bibliografía:
Grandes Biografías, Editorial Océano, 1996, Barcelona.
Grandes Enigmas, Editorial Océano, 1995, Barcelona. La Profecías
de Nostradamus, J. Forman, Editorial Solar. |