LA
PLAYA DE BELÉN
MONOGRAFÍA DE UN PAISAJE Por
Luis Eduardo Páez García |
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prólogo del escritor y académico, Leonardo Molina Lemus, ha publicado
el doctor Guido Pérez Arévalo esta muy completa monografía
de La Playa de Belén, hermosa población nortesantandereana, célebre
nacional e internacionalmente debido a la localizacion en sus inmediaciones, del
Área Natural Única de "Los Estoraques" y, por supuesto
también, a sus exquisitas cebollas y la belleza de sus mujeres. Historia,
geografía, demografía, economía, educación, salud,
agricultura, ecología, política y cultura, se condensan en esta
paciente investigación que, en buena hora aparece en el panorama bibliográfico
del Norte de Santander. La
obra del doctor Guido Pérez, recoge 152 años de vida municipal,
relievando acontecimientos trascendentales y exaltando las ejecutorias de sus
coterráneos eximios. Figuras como las de Fray Campo Elias Claro Carrascal,
escritor, compositor y catedrático, Fray José María Arévalo
Claro, historiador y lingüista, Monseñor Alejandrino Pérez
Amaya, escritor, periodista y orador sagrado, don Benjamín Pérez
Pérez, novelista y cuentista, don Carlos Daniel Luna Manzano, escritor
y académico, y los poetas Erniro Antonio Arévalo Claro y Alonso
Velásquez Claro, para no citar sino unos pocos, se destacan como parte
del acervo humano e intelectual con que cuenta La Playa de Belén. |
Hace parte esta ciudad, fundada oficialmente el 4 de diciembre de 1862, de la
guirnalda histórica que conforma la Provincia de Ocaña. Su simétrico
trazado urbanístico se complementa con un ambiente apacible y bucólico,
donde cada calle y cada casa repiten fielmente la estructura arquitectónica
colonial. Añosos aleros, ventanas arrodilladas, faroles, techos cubiertos
con la tradicional teja española, paredones blancos adornados con macetas
floridas, conforman un maravillaso retablo digno de tarjeta postal. En
sus cercanías, los imponentes "Estoraques" invitan la imaginación,
a suponer castillos, ruinas de antiquísimas ciudades, rostros difusos,
fantasmas de piedra que adquieren dimensiones colosales y visos misteriosos a
medida que la luz solar incide sobre sus protuberancias milenarias. No en vano
el poeta Eduardo Cote Lainus se extasió ante esta obra incomparable de
la naturaleza. El
autor de "La Playa de Belén" ha sabido alternar los menesteres
propios de la vida publica con el ejercicio reposado de las letras y la docencia
universitaria. Abogado de la Universidad Libre de Santafé de Bogotá,
se ha desempeñado como concejal de su tierra natal y Cúcuta. Diputado
a la Asamblea del Norte de Santander y Representante a la Cámara; Director
Regional del IGETEX, Secretario de Hacienda Departamental, Gerente de IFINORTE,
miembro de las juntas directivas de la Beneficiencia del Norte de Santander, de
las Empresas Publicas Municipales de Cúcuta y del Cúcuta Deportivo;
catedrático de Régimen Politico Municipal y Departamental y Decano
de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, Seccional Cúcuta. Actualmente
preside el Consejo Editorial del recién aparecido periódico "El
Norte", en la ciudad de Cucuta. "La
Playa de Belén" constituye un valioso documento histórico y
testimonial, además de ser un merecido homenaje a los habitantes de esta
inolvidable población. Creemos que, ciertamente, el doctor Pérez
Arévalo logró calmar su aspiración inicial, al rescatar para
el Norte de Santander y el país el perfil de su solar nativo y la calidad
humana de sus gentes. Sólo
aspiramos que este meritorio ejemplo intelectuall sea imitado por los escritores
de otros municipios hermanos y que muy pronto podamos contar con obras similares
referidas al resto del departamento donde la labor de rescate del patrimonio cultural
es hoy apenas un
proyecto. | | | | | | | |
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LA
TIERRA DE LOS ESTORAQUES
Por Gustavo Gómez Ardila (Artículo
publicado el 16 de enero de 1994 en "Imágenes", suplemento literario
del diario La Opinión) |
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la primera y más exacta descripción del municipio de La Playa la
hizo Eduardo Cote Lamus en "Los Estoraques", su más alta y profunda
creación literaria. En efecto, el poema habla de:
| | | | "...
Una que otra colnmna, cauces solos, tierra como de sol sin sombra, sombras
como ascuas: los árboles no existen. Sólo sed y
un pueblo que da vueltas a la plaza para ir al cementerio o hasta río
sin agua. Del otro lado una muralla con cruz, y del otro también, con
cruces donde la muerte sueña con los muertos..." | | | | |
Como
todos los pueblos pequeños, éste, La Playa, debe darle la vuelta
a la plaza para tomar cualquiera de sus caminos. Y, como todo pueblo pequeño,
la orientación geográfica se hace teniendo como punto de referencia
al Cementerio. Y, como la mayoría de nuestros pueblos, tiene sed y sol
y sombras como ascuas. Y río sin agua, igual que todos nuestros ríos. La
voz del poela, angustiada en su visión y en su lamento, sirvió para
dar a conocer al mundo entero la existencia de un pueblo labriego, oculto entre
cultivos de cebolla, que carga a sus espaldas un tiempo "ladrando como
un perro, como un perro derrotado por los sueños". La
voz de Cote Lamus sirvió durante largos años para identificar una
región: La Playa, tierra de los Estoraques. Pero la evocación poética
no era suficiente. Faltaba dar a conocer los demás factores que constituyen
la vida de un pueblo. Faltaba una obra que escudriñara su historia, tradiciones,
valores, creencias y el itinerario de su raza. El
vacío vino a llenarse, en el último Diciembre, con la aparición
de la obra "La playa de Belén", del escritor Guido Pérez
Arévalo. El estudio, bien documentado y mejor escrito, se adentra en la
historia de la comarca, a partir de la migración Karib y del asentamiento
en la región de los indios Motilones. Pero
Guido Pérez Arévalo no nos presenta una Monografía cualquiera,
de simples datos, fechas y notas. El autor le imprime a su obra un toque de calor
humano y sabor poético que cautivan, desde el comienzo, al lector. No se
refiere, por ejemplo, a Patatoque, como un Cacique indígena inmerso en
su tiempo. Lo rescata y se apodera de él y de su historia para llamarlo
"NUESTRO cacique Patatoque". Del Cerro de los Cristales dice
que "... se extraen formaciones cubicas y figuras caprichosas que semejan
palacetes y castillos, algunas veces transparentes como el agua". Con
base en un relato de "Peregrinación deAlpha", de Manuel Ancízar,
Pérez Arévalo recrea leyendas de visiones de indios fumadores de
pipa, de tesoros y de guerras. Capítulo
especial dedica el autor a la Cultura en su tierra natal. Porque La Playa de Belén
se diferencia de otros pueblos no sólo porque tiene Estoraques y Cerro
de Cristales sino por la sólida formación intelectual de sus hijos,
que se refleja en las expresiones culturales que suelen cultivar. Pocos pueblos
pueden darse el lujo de exhibir en su trayectoria, la existencia de varios periódicos.
"La Hojita Parroquial", "El Terruño", "Pluma Axul",
"Juventud", "Vibraciones", "Noticias Playeras",
"Impacto", "Testimonio", "Gempla", "Todos Hermanos"
y "Patatoque" son una excelente muestra de la importancia con que los
Playeros asumen su labranza también en la cultura. Y de ello se sienten
orgullosos, como de sus mujeres, de su reinado, de su cebolla y de su ramillón
de oro, con el que perpetúan la totuma que el campesino utiliza para el
riego de sus cultivos. La
poesía campea a lo largo de la obra de Guido Pérez. Y la música.
Allí hay canciones del dominico Campo Elías Claro Carrascal, poemas
de los sacerdotes José María Arévalo y Alejandrino Pérez,
de Carlos Daniel Luna, Alonso Velasquez Claro y Emiro Antonio Arévalo Claro
quien, con su Canción del Terruño, ocupa lugar de honor en la literatura
regional. Todos ellos expresan en sentidos versos su amor por la patria chica
en alto la lírica de los Pl;iyeros. Como si ello no bastara, el lector
puede darse su banquete poético con "Los Estoraques", la obra
magistral del ex-gobcrnador Cote Lamus. El
libro muestra el itinerario histórico que ha vivido el pueblo desde el
año de1531, en que Iñigo de Vascuña cruza la región.
Pero no se trata de una simple cronología. Narra el hecho y lo analiza,
y en cuanto le es posible, reseña a los protagonistas, ya en el campo administrativo,
ya en el intelectual, ya en el político. El autor se sumerge en las fuentes
vivas de la investigación, con la autoridad que le confiere el haber sido,
él mismo, personaje activo en la historia de los últimos tiempos
de su pueblo, de la región y del departamento. Al
terminar la lectura de la obra, uno queda con la satisfacción que producen
los buenos libros pero también con un poco de nostalgia. Y, entonces, es
cuando mejor se entiende a Cote Lamus:
| | | | "...di
pasos atrás para buscar palabras y cantar... ...y sólo el viento...
como arañando los altos, los duros, los broncos estoraques..." | | | | |
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| | TRANSPARENCIAS
Por Laura Villalobos de Alvarez (Artículo
publicado en la página editorial del diario La Opinión, el 17 de
octubre de 1998) El
fin de semana que pasó recibí un regalo tan preciado, o más
que una joya antigua o el collar de perlas de Madame Buterfly en su nacarada y
triste aña operática del adiós... Un libro no tiene precio
ni comparación y siempre que llega a nuestra sensibilidad se convierte
en el alba, rosa de la vida y en la noche, luz del camino como la forma de la
poesía. Así fue con el libro sin pretensiones que llegó a
mí en medio de un jardín de exóticas orquídeas cultivadas
por Guido Pérez Arévalo, jurista, escritor, académico y amigo
de sus amigos, en la tranquila estancia chitarera donde reside hace un tiempo
feliz con su amable familia... Por los apellidos es fácil adivinar que
nació en la provincia de Ocaña, es más en La Playa de Belén,
"pueblo de patriarcas, exposición de estampas lugareñas y síntesis
de vida comarcana, amena y sin complicaciones", ya extinguida infortunadamente
para darle paso a los días estravagantes de hoy, sin contemplaciones ni
ensoñaciones. La
Playa de Belén, se titula el libro recientemente publicado y según
dice el historiador Don Leonardo Molina Lemus en el prólogo, "el origen
del pueblo se remonta al año 1857 y es una de las villas más pintorescas
del entorno ocañero"... Su ubicación está en proximidades
del condominio Los Estoraques, imponentes moles pétreas que semejan ruinas
de milenarios castillos, torres dormidas o fantasmas eternizados por el viento
en arrebato amoroso sobre la arena ocre y gris de un territorio misterioso y poético...
La Playa de Belén daba aliento en el pasado a importantes haciendas y fundos
que fueron templos del agro y a la fuerza del hombre... La cebolla redonda y roja
creció y aún crece allí como canto a la mañana bajo
el signo del sol para inventar lágrimas en la antesala del buen sabor...
Como dato histórico encontramos, entre muchos otros, el testimonio de la
expresión en el arte, la música, la intelectualidad de los playeros
y cito a don Nicolás Pérez, un pintor provinciano de altos quilates
quien dejó en las paredes de su casa grande, como las de entonces, hermosísimos
paisajes pintados con lápices de carpintería con aldeas, granjas,
ríos y lugares inventados por su inspiración... También la
guitarra, el tiple, la canción y el chiste ocurrente eran de rigor en serenatas
y sancochos campestres... ¡Cuánta nostalgia se respira en el espacio
del tiempo! Este libro hay que leerlo cuidadosamente para encontrar la esencia
de los valores atesorados en culturas y tradiciones ya olvidadas... Pero destaco
un relato acerca de la honradez que conmueve profundamente. Don
Atanasio y don Antonio, eran dueños de finquitas colindantes y muy amigos
en la lealtad de la época: -don Atanasio, le dijo don Antonio, he venido
a devolverle el dinero que me prestó en días pasados. Cuéntelo,
hágame el favor, y le extendió un fajo de billetes y un cartucho
de monedas de oro... -¡Don Antonio! No puedo recibirle esa plata porque
no recuerdo habérsela prestado, le respondió. -Yo tampoco puedo
retenerla porque estoy seguro de que es suya, le reviró Antonio, y mi conciencia
me impide tomar para mí lo que considero ajeno... Y así entre dimes
y diretes la situación la resolvió el cura del pueblo quien dispuso
salomónicamente que el dinero se empleara para mejorar la modesta parroquia.
La historia, increíble
hoy, aparece en la monografía de la Playa de Belén y en el Boletín
Diocesano de Santa Marta por allá en la década de los años
treinta... Y no solamente es ejemplarizante, sino conmovedora en medio de 270
páginas que cierran el poema de Eduardo cote Lamus: "Como buscando
a Dios, como arañando los altos, los duros, los broncos estoraques".
"Nadie está
tan cerca de los deseos de nuestro corazón como Dios. Cuando somos débiles
para hablarle. Él encuentra las palabras que a nosotros nos faltan.". | |
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| Arauca,
enero 28 de 1994
Guido: Tan
pronto lo tuve en mis manos me emocioné a rienda suelta. Me emocioné
aún más cuando lo vi autografiado al pie de un breve pero bello
mensaje en sus páginas iniciales. Gracias estimado primo. Procedí
a leerlo en seguida con extrema dedicación. Lo leí con ganas.. Como
quien lee un buen libro prestado y tiene que devolverlo temprano al otro día. Concluyo
que sus canas, además de una típica herencia de familia, son el
reflejo de un trabajo paciente y consagrado que el libro indudablemente revela.
Imagino sus jornadas escarbando bibliotecas y archivos, preguntando, atando cabos,
construyendo hipótesis, destruyendo otras... Debió ser apasionante. Los
pensadores del desarrollo regional y local (los avatares de la vida me han acercado
a estos temas), sostienen que éste se deriva esencialmente del hombre más
que de los recursos físicos y naturales que puede tener una región
o una localidad (v.gr. Japón, Suiza, Taiwan). Si, el hombre, pero asociado
a otros hombres con propósitos comunes, con ideas innovadoras. Es lo que
suelen llamas sinergia. A ello contribuye el conocimiento de la historia de nuestras
raíces, de los esfuerzos de nuestros ascendientes, de sus logros, de sus
fracasos. La
historia es como un ligante social, ayuda a reafirmar la identidad y a enarbolarla.Se
me ocurre el comentario, porque el libro, sin duda, conduce a un objetivo social,
a una construcción social de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que
podemos ser. Ánimo
Guido, que vengan otros libros así para que La Playa de Belén sea
grande. Con mucho afecto, Uriel Arévalo Franco | | |
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